Por Nelson Dueñas. Biólogo (Pontificia Universidad Católica de Quito, Ecuador-2016). Desde 2021 tutor de ACP. Fundó Mycomaker en diciembre del 2016, la cual inició procesos de estandarización de cultivo de hongos comestibles y medicinales, y más adelante se involucró en la investigación y divulgación de la tecnología “micotectura”, construir y diseñar con micelio de hongos.
Los hongos son la nueva esperanza de los investigadores a la hora de generar biomateriales pues hoy, estos organismos vivos son una promesa pero seguramente marcarán un hito en la historia y serán una importante influencia para el futuro de la humanidad. ✅ Vea la nota a continuación. ✅ También le invitamos a sumarse a la próxima edición del curso a distancia sobre Micomateriales: Biofabricación con Micelio de Hongos >> www.agroconsultoraplus.com/curso-biomateriales-micelio
Los hongos parecieran ser los organismos vivos menos entendidos del planeta pero gracias a las nuevas investigaciones llevadas adelante por los micólogos, se ha descubierto un potencial antes no explorado.
A nivel microscópico, constituyen una red de células inteligentes que se interconectan formando el micelio, queademás de ser cuerpo vegetativo de los hongos, es el precursor de los frutos que crecerán sobre troncos o el suelo.
Más allá de ello, sus potencialidades particulares hacen que se considere al micelio como “el biomaterial del futuro”.
El biomaterial del micelio de hongos posee una combinación particular de propiedades que lo hace factible para ser aplicado a un variado rango de usos.
Su densidad se encuentra en un rango de 0.05 a 0.59g/cm, y aunque la madera es más resistente, su valor de resistencia a la tracción es muy alto (varía entre 20 a 240 MPa – Girommeta et al, 2019) si se lo compara con el Triplex, cuya resistencia a la tracción es de 0.55g/m3 (Endesa Botrosa) y el poliestireno es de 34 MPa (Azo materials).
Y además, al dominar su fisiología, las variables para su cultivo pueden ser manipuladas para obtener nuevas propiedades. Por ejemplo, un biomaterial conductor eléctrico (Gavin Mc Intyre, 2012), y por qué no, al combinarse con otros materiales como el grafeno, pueda convertirse en una plataforma para el desarrollo de la nanotecnología (陈志刚, 2014).
Hoy en día, una gran variedad de materiales que utilizamos son altamente contaminantes para nuestro ambiente y muchos de ellos tardan cientos de años en degradarse ya que no son parte del ciclo biológico natural.
El micelio es biodegradable y, por lo tanto, compostable, es decir, que otros seres vivos (bacterias hongos o insectos) pueden alimentarse de él y, al mismo tiempo, puede servir de nutriente para las plantas.
Esta característica sumada a sus propiedades ignífugas, de resistencia y de baja densidad, nos da por ejemplo, un perfecto candidato para reemplazar a las espumas plásticas de empaque.
De hecho, el bioempaque de micelio de hongos está revolucionando el sector del packaging y al mismo tiempo está reduciendo el uso de plásticos de un solo uso, que por décadas se han acumulado en nuestro planeta.
El micelio puede ser moldeado en cualquier forma, desde pequeñas piezas como una maceta, hasta grandes fracciones como módulos de construcción. Aplica a la fabricación de tableros de aislamiento térmico, paneles acústicos, bio-composites y piezas de diseño de interiores como lámparas, sillas o mesas.
En el mundo de la moda, el micelio también tiene mucho que aportar. Actualmente existen varias empresas que utilizan el micelio de hongos para crear un cuero vegano con mejores cualidades que el cuero tradicional, dejando atrás el maltrato animal, las prácticas poco sustentables de la industria textil y demostrando la versatilidad del micelio de hongos para generar nuevas aplicaciones (Mycoworks).
Asimismo, hay empresas que buscan revolucionar la industria alimenticia ofreciendo un producto proteico vegano, de alta calidad nutricional, de producción sostenible y nuevamente amigable con el ambiente (AtlasFood).
Sin duda, esta materia prima se nos presenta como una plataforma para transformar varias industrias hacía un manejo más inteligente y sustentable.
La tecnología de biomateriales de micelio es muy reciente; tiene menos de 20 años de desarrollo activo. Por esa razón, si lo que hoy es capaz de hacer nos parece sorprendente y extraordinario, lo que nos brindará en los próximos 10 años bien entra en la categoría de la ciencia ficción.
Con nuevos avances tecnológicos y un mercado más consciente, más emprendedores se involucrarán y, poco a poco, nos vamos a ir adentrando en lo que podría conocerse algún día como “La era de los Biomateriales”.
En una pulgada cúbica de suelo pueden existir más de 12 km de células de hongo y el hongo más grande del mundo tiene un peso aproximado de 400 toneladas más un micelio que se extiende a lo largo de 75 hectáreas (Anderson et al, 2018).
Pero parece erróneo “calcular cuáles pueden ser sus reservas”, ya que no es un mineral inerte sino un ser vivo que podemos propagarlo y expandirlo en laboratorios, por lo que la disponibilidad del micelio está lejos de poder proyectar sus límites.
Los hongos se alimentan naturalmente de madera y residuos orgánicos del suelo pero además, es muy alentador saber que se puede producir a partir de residuos agroindustriales o agroforestales. Tradicionalmente los cultivadores de hongos los producen exitosamente a partir de una formulación de sustrato basado en aserrín de maderas o residuos agrícolas como el bagazo de caña, paja, cascarillas, etc.
Tomando en cuenta un ejemplo del sector forestal, donde el volumen de residuo generado supera el volumen de la madera elaborada (Jaén, et al 2006), podemos imaginar que la cantidad de materia prima para producción de micelio de hongos es abrumadoramente alta.
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