En un marco social mundial en el que el pensamiento ecológico a la hora de producir bienes y servicios no para de crecer, pensar la agricultura también desde un lugar sustentable es también pensar, en una agricultura que tiene la chance de evolucionar indefinidamente hacia mayores logros con una mayor eficiencia de los recursos y en equilibrio con el medio ambiente y, a la vez, que sea favorable tanto para la especie humana como para la mayoría de las otras especies.
Esta idea surge hace relativamente pocas décadas con la idea de recuperar los suelos tras la degradación de los recursos tras los métodos tradicionales de producción. Por supuesto que genera discusiones varias, pues hay una fuerte y creciente necesidad de ajustar los procesos para que sean cada vez más viables desde lo ambiental pero también respondan a la demanda económica.
El punto de partida es sin duda lograr bajar la dependencia en los insumos químicos y energéticos para mejorar la eficiencia biológica y económica sin dejar nunca de priorizar la protección del medio ambiente.
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Las principales líneas a las que se pueden llamar agriculturas alternativas hoy son 3: la «agricultura biodinámica», la «humífera» y la «orgánica». Aunque últimamente, también tomó importancia en Estados Unidos la llamada «agricultura de bajos insumos» (Low Input).
El primer movimiento bien definido y organizado que contempló, tanto el aspecto filosófico como el práctico, fue el «biodinámico», que se plantea fundamentalmente dos aspectos: adoptar las buenas técnicas de cultivo y jardinería, sin importar si son viejas o nuevas.
Y adoptar principios tales como la diversificación de rubros, reciclado de nutrientes, evitar los agroquímicos, etc., que posteriormente fueron incorporados a otros movimientos ecológicos. Desde 1920, los productores biodinámicos han desarrollado la aplicación de tales principios y también reintrodujeron técnicas de la agricultura tradicional.
Esta línea de pensamiento se enfocó en particular en la importancia del «humus» en la agricultura. Este concepto proveyó las bases para las distintas escuelas de agricultura biológica que con algunas variantes surgieron entre 1930 y 1960. La filosofía de la agricultura basada en el humus alcanzó su cúspide en la década del ’50.
Los principios relacionados con la obtención del «compost» y el uso del mismo, se adecuaron a las exigencias de ese tiempo; hay que tener en cuenta un considerable esfuerzo en investigación que se ha hecho desde ese momento en el uso de la basura de los municipios, con énfasis en la metodología para la elaboración de compost a partir de ella.
Las ideas de una agricultura integrada, libre de agroquímicos, fueron lanzadas en 1940 en un trabajo de amplia relevancia en la materia. Allí se usó el término «orgánico» para referirse a toda esta concepción, abarcando tanto lo filosófico como lo práctico.
Muchos de los puntos ya debatidos hacia mediados de este siglo, se han constituido en los temas de interés en el debate actual acerca de la sostenibilidad de la agricultura. Los conceptos del conjunto de factores a considerarse «como un todo», del modelo ecológico y de las frágiles interrelaciones con el medio ambiente, como también de la aplicabilidad de una multitud de práctica agrícolas, están siendo considerados nuevamente.
Por este motivo, el movimiento de Agricultura Orgánica no es una línea rígida ni estrecha, sino que engloba los principios de la agricultura natural, ecológica y biodinámica que coincide totalmente con el principio de sostenibilidad de los sistemas agrícolas, y que puede ser adaptado a situaciones pertinentes.
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