Del total de los 510.072.000 km2 de superficie de nuestro planeta, la parte terrestre ocupa el 29% y – dentro de ésta- sólo el 13% se puede aprovechar para la producción agrícola. Sin embargo, de ella provienen el 98% de los alimentos que consumimos en todo el mundo y la demanda sigue en aumento.
Tengamos en cuenta que son 3 las fuentes principales de crecimiento en la producción de cultivos: a) aumento de la tierra cultivada, b) incremento de la frecuencia de las cosechas y c) aumento de los rendimientos.
Pero, en los últimos años, es notable la disminución de la tasa de crecimiento de la producción agrícola. Según la FAO, estaríamos llegando al límite de las posibilidades para las tres fuentes dado que en el ámbito agrícola, el objetivo es lograr altos rendimientos por unidad de superficie para satisfacer la creciente demanda de alimentos pero sin considerar la sostenibilidad de la producción (viabilidad técnica, rentabilidad económica y sin contaminación).
En consecuencia, estamos frente a una agricultura ineficiente y muy contaminante, con pérdida de diversidad biológica, disminución de los recursos forestales y agotamiento de fertilidad de los suelos.
Una de los asuntos más candentes es lograr mantener la fertilidad del suelo. Tradicionalmente, la deficiencia de nutrientes, especialmente Nitrógeno, se corrige con la aplicación de fertilizantes. Sin embargo, los altos costos limitan su uso, sobre todo en los países en desarrollo, donde la necesidad de incrementar la producción de alimentos es más urgente. Además, se estima que los cultivos absorben entre un 20 a 40% del fertilizante aplicado y el resto se pierde por diversos mecanismos, generando cuantiosas pérdidas económicas y contaminación ambiental, tal como la eutrofización de espejos de agua, lluvia ácida, destrucción de la capa de ozono estratosférica e incremento del efecto de invernadero (Duxbury, 1994).
Cuando la agricultura tiene la necesidad de adoptar medidas conservacionistas, los microorganismos y sus relaciones con las actividades del Hombre juegan un rol sustancial.
Estos microorganismos cumplen diferentes funciones ya que pueden fijar el nitrógeno atmosférico libremente en el suelo o vivir en simbiosis con la planta (nódulos de las leguminosas); suministrando a las plantas, a través de procesos de mutua colaboración, nutrientes que éstas necesitan para completar su ciclo productivo (micorrizas); solubilizar diferentes nutrientes del suelo haciéndolos asequibles a las plantas; producir diferentes fitohormonas, las cuales favorecen, por ejemplo, el enraizamiento y desarrollo de las plantas; poner a disposición de las plantas determinados microelementos, tal como el hierro, facilitando su absorción por las plantas.
Aquellos que poseen capacidad fijadora de N o son promotores del crecimiento vegetal, se formulan como biofertilizantes para ser utilizados en la recuperación de suelos degradados permitiendo contribuir al incremento de la productividad de los cultivos y a mejorar las condiciones biológicas del suelo.
El vocablo biofertilizantes (bio: “vida u organismo vivo”, fertilis, “que produce mucho”) se refiere al uso de microorganismos de suelo para incrementar la disponibilidad y asimilación de nutrientes minerales por parte de las plantas (Vessey, 2003).
Están formulados a base de microorganismos benéficos del suelo, en especial bacterias y/o hongos, que viven asociados o en simbiosis con las plantas y ayudan de manera natural a su nutrición y crecimiento,
Dentro de las bacterias, el ejemplo más conocido son las especies del género Rhizobium, un grupo de bacterias que se asocian con las leguminosas y tienen la capacidad de fijar el nitrógeno atmosférico para que sea asimilado por la planta. Entre los hongos se destacan las micorrizas, hongos filamentosos que colonizan las raíces de muchas plantas y colaboran de manera mutua a capturar nutrientes como el fósforo.
Son los mejores socios en las labores agrícolas al conservar la fertilidad física, química y biológica de los suelos, así como su biodiversidad. Esto transforma a los biofertilizantes como salvaguardas del medio ambiente. Esta suma de beneficios permitirá aplicar un modelo de producción sustentable, con bajos costos, dato primario en la agricultura actual.
Para más información, participe en la próxima edición del curso a distancia Agricultura Sustentable: www.agroconsultoraplus.com/curso-agricultura-sustentable/
Me interesa toda la información sobre El tema
El curso online de Agricultura Sustentable cuenta con el apoyo tutorial del Ing. Agrónomo Víctor Raúl Somoza Sánchez (Universidad Agraria de La Habana, Cuba, 1992). MSc. in Physical Land Resources, (Universidad de Gante, Bélgica, 2001). Vinculado a la Dirección Provincial de Defensa Civil de la provincia de Buenos Aires en temas relacionados a la prevención y asistencia de situaciones de emergencias, Especialista en Manejo de Suelos en temáticas como erosión,conservación y mejoramiento de suelos, con énfasis en propiedades físicas de los suelos.
Clique en el siguiente enlace para abrir la web oficial del curso donde aparecen arancel, objetivos, formulario de preinscripción (botón rojo para enviar su solicitud si está interesado/a), temario, metodología, formas de pago, etc. INFORMES >> http://owl.li/lNx030poSq1 o entre en contacto por WhatsApp al +5554-32812138
Muy bueno espero conocerlo muy pronto
Muchas gracias por la información Super Mega clara, sobre la fertilización y producción sostenible de los suelos.